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Friday, June 18, 2010

Irenkomentario de la semana: INFORME TUNGUSKA




Título: Informe Tunguska.
Autores: Claudio Romo / Alexis Figueroa
Editorial: LOM
Año: 2009
Cantidad de páginas: 134
Dimensiones: 23 x 26 cms.
Precio referencia:$ 18.000


En el 2012 pasará algo terrible; algo que, en realidad, ya sucedió. A esta certeza me lleva mi lectura y relecturas de Informe Tunguska de Claudio Romo (ilustrador) y Alexis Figueroa (guión).

Informe Tunguska, que por comodidad llamaremos IT, como si habláramos -y quizás hablamos- del ELLO, esa zona oscura, repleta de pulsiones que acechan, sustentan y destruyen al deficiente YO.

IT se sabe un libro, y se sabe un cómic -como también revela que alguna vez fue una exposición de artes visuales en una galería- y así se presenta a sus lectores en su prefacio. Pero no es solo eso, y también lo subraya: es un modelo cognitivo, una hipótesis abigarrada, un mecanismo virtual que permitirá a los científicos/estetas de un Chile futuro tratar de entender lo que sucedió más allá del Borde: una zona del país donde, presumiblemente, cayó algo de los cielos (¿un cometa?, ¿un color azul?) y lo cambió absolutamente todo... IT es un intento pausado, metódico y, a la vez, desesperado por conocer la verdad oculta pasada esa frontera, aquella de la cual nadie ha vuelto y que ha engullido a bosques, caminos y ciudades enteras.

¿Qué nos cuenta IT? Por muchos vías -a través de distintos enfoques y experiencias, escenas y narradores, a través de recortes de diarios e informes militares- nos dice cómo es que vivimos, quizás sin darnos cuenta, en el horror.

Un horror cuyos intertextos, entrecruzados por Figueroa, son múltiples: la imagen de la noche como monstruo hecho de ojos recordada por Borges gracias a los sueños de Chesterton y de Dante, Kafka con su narrador transformado en un artrópodo, Phillip Dick y su presente intervenido por la ucronía política, Lovecraft y sus mitologías adobadas en la imaginación y el odio, el libro de Job y la escenificación de un Sublime a costa del ser humano.

La forma de presentar, de armar los múltiples capítulos de IT merece cierta atención: la narración, el montaje de Romo son de una cadencia particular, que se aleja de los cánones habituales del cómic occidental: tal como señala Scott McCloud en su libro Entender el Cómic, el arte invisible, desde Los 4 fantásticos de Kirby hasta el Tin Tin de Hergé, la narración viñeta a viñeta occidental prefiere el uso de las elipsis temporales, de una aceleración que permita narrar la mayor cantidad de cosas en el menor número de recuadros. En cambio, en IT el tiempo a veces se detiene, o avanza muy -pero muy- lento: abundan las narraciones viñeta a viñeta en que no se elide nada, donde la accion avanza detalle a detalle, o bien, lo que se muestra son las diversas facetas de un lugar, de una atmósfera: un haikú en viñetas... No es de extrañar que estas estructuras abunden en el cómic japonés.

Otro rasgo de IT es su conjugación particular de imagen con texto: elude el uso de globos o bocadillos para los parlamentos, los cartuchos son casi imperceptibles, a veces las palabras se toman el lugar de viñetas enteras, el libro mismo tiene muchos intercapítulos de solo texto... la visualidad de Romo es tan poderosa, que posibilita otra magia... las palabras logran esconder más, mucho más de lo que habitualmente esconden: hay verdaderas bombas de tiempo conceptuales escondidas en los textos, que retuercen la lectura parcial o total de IT... y que están protegidas de la mirada casual del que hojea el libro. No hay atajos para llegar a esos abismos, hay que entrar de lleno, hay que leer.

¿Qué decir de IT sin espoilear, sin arruinar sorpresas? Quizás lo ruinoso sería dar una visión incompleta: apelar a tal o cual pasaje, al del carnaval visto por Elisa o al particular Sillón y Jarrón del Militar Misterioso, siendo que uno de los rasgos distintivos de IT es no preferir ninguna de sus partes por sobre las otras: es un todo sin jerarquías narrativas.

Entonces, mejor decir algo que IT no dice, pero que puede lo único cierto: en 2012 no habrá la catastrofe señalada, puesto que ese cataclismo, ese meteoro, ese color venido del espacio ya cayó: hay una zona en la mente colectiva del Reino de Chile que es el epicentro de la catástrofe y está cercada por un bloqueo total.

Ese lugar nos hace ser quienes somos. Y ese lugar está maldito.

Pero esa calidad no tiene que ver con gatos negros o tenues y oscuros presentimientos: un lugar maldito es la constatación de un hecho. La maldición es que esa zona exista, y de que ella emanen y modelen nuestros yoes figuras militares todopoderosas o divinidades de rostro inhumano, cualquiera de las cuales están ahí solo para hacernos sus juguetes a su imagen y semejanza, los que por toque divino o científico nos abrirán los ojos, nuestros 32 o nuestros 100 ojos para así ver nuestro fin.

Hace unos años, me encontré con una amiga en la plaza de Maipú (ninguno de los dos vivía ni trabajaba allá... eso le da un tinte de sana irrealidad a un recuerdo verdadero). nos fuimos a tomar un café y a compartir tempranas impresiones de 2666, la novela póstuma de Bolaño. Ella casi lloraba de indignación consigo misma: no se había dado cuenta de que cierto protagonista-narrador era negro... ella había leído 200 páginas, había recorrido con los ojos del periodista narrador barrios negros, revistas combativas de negros e iglesias con auténtico gospel negro. Pero ella, en su mente lo imaginaba con un rostro blanco. Quien no sea un lector compulsivo no podrá darse cuenta de aquel dolor cognitivo, de ese reajustar de golpe toda la historia malentendida. Ella, mientras endulzaba su café, dijo que aquello la hizo consciente de todo su racismo subterráneo, que daba igual que el narrador fuera negro, bien pudo ser latino, o mapuche: había algo, un desperfecto en su mente, algo que compartíamos ella y yo y todos los que nos rodeaban en ese café, algo que nos deformaba el juicio y la percepción, algo que estaba aquí (la cuchara de café hizo clic en la mesa) y no en otros lados... y sacó de la manga otra historia: ella había tomado unos tragos con un mexicano el miércoles pasado (¿pasado de qué, si no me acuerdo de la fecha?), un mexicano quien medio borracho, o medio lúcido, la increpaba, nos increpaba a todos : "yo he ido a Perú... y sé quienes son los peruanos, también conozco como son mis amigos en Bolivia... de los argentinos, ni hablar... pero Chile, qué es Chile, de dónde aparecieron, es una fajita de tierra que se asoma, una isla y sus habitantes qué son, quienes son, qué gusto tienen, no saben a nada".

En IT, Chile es esa isla que no se parece a nada, los chilenos somos bestias alternativamente sacrificables o feroces, nuestra verdad es una oculta e inaccesible zona de desastre y, definitivamente, esa verdad no nos hará libres.

Ángel Bernier
guionista
de Zombies en la Moneda
y de In Absentia Mortis.